Yo, Eduardo González, miembro del Partido Unificado Mariateguista y de la Izquierda Unida hasta hace –quita o pon- veinte años atrás, confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que apoyo a Susana Villarán para la Alcaldía de Lima.

Confieso también, que soy hincha acérrimo del Alianza Lima al que apoyo de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Juro sobre la tumba de mis bisabuelas que soy fan del pepián de pavo, el cabrito a la norteña, los cangrejos reventados y –en general- de todo lo que se puede encontrar en los restaurantes de Huanchaco.

Sostengo con mi vida que “La guerra del fin del mundo” es un libro de putamadre y confieso haberme quedado en casa leyéndolo, sin comer ni ir a la universidad, hasta que no llegué a la palabra “fin”.

Con la mano en el pecho acepto que me gustan las corridas de toros y que voy a Acho desde que tuve edad de subirme a un micro por mi cuenta.

Acepto estar perdidamente enamorado de la actriz norteamericana Laura Linney, de la cantante española Pasión Vega y de Rita Hayworth en “Gilda”.

Mantengo que me gusta la forma del continente africano y el hecho de que parezca la cabeza de un rinoceronte, vista de costado.

Declaro solemnemente que me gustan el tango, el bolero y las canciones de Frank Sinatra. Lo mismo, el Grupo Niche, los vallenatos y la marinera norteña, en especial aquella que dice “yo soy el huaquero viejo que vengo de sacar huacos”.

 Digo –que me muera si es mentira- que apoyé a la selección uruguaya en el pasado mundial de fútbol y que, eliminada que fue, apoyé a la selección de España, cariñosamente conocida por el pueblo español como “La Roja”.

Que me parta un rayo si miento, cuando acepto que me he reventado de risa viendo “Matrimonio a la italiana”

Hago esta declaración para dar fe de que el diario "Correo", dirigido por Aldo Kouriátegui tiene toda la razón: hay rojos reciclados entre el creciente número de limeños (y hasta trujillanos, si me cuentan a mí) que apoyan a Susana Villarán; candidata popular como el Alianza, inteligente como Vargas Llosa, valiente como un caballito de totora en Huanchaco y honesta como un buen tango. Lo que no hay es neuronas en la cabeza de Aldito, calma en la gente de Lourdes Flores y decencia en la vida de Kouri.

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