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Un gigante ciego

Publicado: 2010-08-12

Dos blogstars - Carlos Meléndez desde Notre Dame, Indiana y Silvio Rendón, desde Queens, Nueva York- coinciden en recientes entregas en atribuirle a Estados Unidos el protagonismo principal en dos importantes eventos históricos de la vida peruana: la marcha de los cuatro suyos y la revisión de juicios a personas acusadas de terrorismo y traición a la patria.

Ambos artículos están plagados de las inexactitudes y falta de rigor característica de ambos blogueros. Meléndez, por ejemplo, plantea que la marcha (que huachafamente llama M4S) fue un evento “de la clase media indignada” sin la participación de sectores populares, tan pobres que  no tienen sueldo ni “ para lavar su ropa”. Rendón dice que debido a la política del departamento de Estado, eventualmente el “cuasi ciudadano norteamericano” Toledo y  el “brooklynita” García Sayán revisarían las “irregularidades” ocurridas durante el régimen de Fujimori.

En ambos casos, decisiones digitadas en Washington son más importantes para explicar la historia que la agencia de sectores nacionales. Para Meléndez, estas decisiones son más importantes que la acción de la clase media, a la que le cuelga el estereotipo del pituco que no conoce el Centro de Lima; y de las clases populares a las que les cuelga el no menos holgazán e insultante estereotipo de la suciedad. Habrá que preguntarse si –en esta dicotomía de millonarios y miserables- el propio Meléndez se ubica entre los que no conocen La Colmena o entre los que no usan jabón.

Para Rendón, la relación personal de Toledo y García Sayán con los EEUU por haber vivido ahí pesa más que el caso Castillo Petruzzi ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en su beata ignorancia, Rendón limita la CIDH a emitir "un par de reportes"); pesa más que la demanda constitucional de los propios reclusos y sus familiares -cuya existencia también ignora- y que la consiguiente sentencia firmada por el Tribunal Constitucional en el caso “Marcelino Tineo Silva y más de 5,000 ciudadanos”, revirtiendo no “irregularidades” sino violaciones de derechos humanos. Habrá que suponer que la propia experiencia de Rendón en la diáspora estadounidense le convence de que vivir en este país anula la capacidad de pensar independientemente.

Como los tres vivimos en los Estados Unidos, no puedo dejar de preguntarme qué país han conocido estos dos hermanos separados al nacer, porque no es el que yo conozco.

El país que yo he conocido ha sido sorprendido en los últimos 15 años por dos burbujas financieras catastróficas que fue incapaz de predecir o controlar: la burbuja del “punto com” que infló los valores de compañías de internet más allá de cualquier posible rentabilidad y la debacle del mercado inmobiliario cuyas consecuencias vemos hoy.

Similarmente, este país que –aparentemente- predice y controla todo ha sido incapaz de manejar el magnífico progreso económico de China o la política monetaria de esta potencia, convertida hoy en la principal propietaria de deuda estadounidense, con casi 900mil millones de dólares en instrumentos financieros del Tesoro de los EEUU.

Este país todopoderoso, que le declaró la guerra a la ONU bajo Bush y que –en particular- declaró la Corte Penal Internacional un “monstruo que debe morir”, ha terminado aceptando en el Consejo de Seguridad que la Corte vea el caso de Darfur; ha terminado volviendo humildemente al Consejo de Derechos Humanos; y ha terminado aconsejando a sus operativos y antiguos líderes que no viajen a Europa para evitar arrestos por violaciones de derechos humanos.

Este país omnipotente no ha podido predecir ni detener los programas nucleares de Pakistán, Corea del Norte o Irán, y entró a una guerra catastrófica bajo la excusa -humillantemente demostrada como falsa- de un programa nuclear en Irak. Hablamos de un país incapaz de cambiar ni siquiera el comportamiento de su más cercano aliado, Israel, cuyos abusos se han convertido en la más eficaz propaganda para Al Qaeda.

Es el mismo país cuyos servicios de inteligencia (supuestamente omniscientes) no fueron capaces de predecir los atentados del 11 de Setiembre de 2001 cuyo instigador hasta la fecha no ha sido capturado; un país que –pese a su intervención en Afganistán- no está más cerca de una victoria en ese país de lo que lo estaba hace nueve años.

Un país que en Latinoamérica, su supuesto “patio trasero” ha tenido que aceptar el liderazgo creciente de Brasil; que mantiene hace medio siglo un bloqueo ineficaz contra el gobierno cubano; que está aherrojado a Chávez por su dependencia del petróleo venezolano y que es incapaz de acercarse a los niveles de uso de energía renovable del resto del mundo desarrollado.

Por cierto, y en conexión a lo anterior, es un país cuyas infraestructuras hacen agua, como lo demostró “Katrina”; cuyo marco empresarial impide los más elementales controles, como lo ha demostrado el derrame del Golfo de México.

Estados Unidos tiene mucho menos control de los acontecimientos mundiales y de los escenarios regionales de lo que se piensa, y tiene –igualmente- mucho menos cohesión política interna que la que se puede imaginar. Su política exterior proyecta debilidad y sus principales órganos de gobierno están paralizados por una polarización interna sin precedentes, con visos estructurales.

Sin entrar en un debate teórico sobre la acción social y las relaciones internacionales, basta con ver alrededor para percibir lo que ocurre. Estados Unidos es un gigante ciego.


Escrito por

Eduardo Gonzalez

Descendiente del gitano Melquíades. Vendo imanes. Opino por mi y a veces por mi gato.


Publicado en

La torre de marfil

Blog de Eduardo González Cueva