#ElPerúQueQueremos

Este iba a ser un artículo sobre el MOVADEF

Publicado: 2012-07-04

Este iba a ser un artículo sobre cómo se le puede responder a los provocadores. Tenía pensado preguntarme sobre si la democracia puede realmente debatir con el fascismo. Iba a citar ideas y fuentes. Todo muy bien trabajado, cuidadoso; me gusta darle tiempo a lo que escribo.

Este iba a ser un artículo sobre cómo defender la democracia.

Y entonces, ocurrieron las muertes en Celendín.

Es como si alguien se empeñara en hacer la democracia indefendible; en darle la razón a Crespo y a su grupo de fanáticos. Apenas piensas que –con todas sus debilidades y contradicciones- la democracia es preferible a su alternativa, entonces ese mismo orden político se comporta tal y como los fanáticos dicen que se comporta: protegiendo intereses de grupo, reprimiendo en forma salvaje, cerrándose a cualquier forma de diálogo.

Y no hablo solamente del gobierno central: la democracia que nos hemos dado, a trompicones, incluye gobiernos regionales y municipales, referendos, revocatorias, aparatos de control y un largo etcétera de instrumentos que –en teoría- deberían facilitar la solución pacífica de los conflictos, que son inevitables en cualquier sociedad.

Todos hemos fracasado: gobierno central, gobiernos regionales, movimientos sociales, ciudadanos de a pie. Hay responsabilidades mayores, claro; pero -en este instante, por lo menos, frente a las nuevas muertes y a tres familias más que quedan destrozadas- no vale la pena entrar a esa discusión, porque es parte del mismo ciclo repetitivo y estúpido de conflicto, incapacidad de diálogo, violencia y recriminación.

La continuación del actual entrampamiento entre movimientos regionales y gobierno central es insostenible. Si no hay solución, la masacre continúa.

Si Yanacocha y sus agentes en Palacio de Gobierno quieren imponer la mina a sangre y fuego, tendrán que seguir matando gente y arriesgarse a que sus accionistas en el mundo aséptico de las bolsas les bajen el dedo y decidan poner su plata en otra parte. Si los movimientos sociales cajamarquinos insisten en que no hay nada que negociar, llevarán a sus movimientos a un baño de sangre y se cerrará la posibilidad de sentarse a la mesa, no sólo en Cajamarca, sino en el resto del país. No habrá ni mina, ni no mina; ni oro, ni agua; sólo sangre de la que nadie se hace responsable y la ganancia de los dos extremos: los que conducen el país como su chacra, y los alucinados locales, fascistas ambos.

Todos hemos fracasado, sí; pero los responsables políticos deberían tener la decencia de parar las cosas donde están: suspender Conga; pedirle perdón a las víctimas; asegurar que sus familias no queden en el abandono; y buscar una mediación externa al sistema político y –de ser posible- al país. Es claro que no podemos resolver esto solos y –si se largan todos, como debería ser- tampoco lo vamos a poder hacer. Si quieren salvar un mínimo de buen nombre antes de pasar a ser una nota a pie de página en la larga historia de nuestras derrotas, las dirigencias políticas de ambas partes deberían encerrarse a puerta tapiada, con un par de mediadores y no salir sino con un acuerdo.

En mi artículo original iba a contar la historia de cómo –en 1986- muchos, que éramos adolescentes en ese entonces, abandonamos la democracia porque nos sentimos abandonados por ella. El ruido seco de las explosiones en El Frontón, que se escuchaba en toda la bahía de Lima; las fotografías de los muertos en Lurigancho; la soez hipocresía de García Pérez; nos convencieron de que no había nada que defender en nuestra república de quincha y yeso. Iba a concluir que así se perdió ese esfuerzo y la constitución del 79, porque democracia que no se practica, pierde la lealtad de sus ciudadanos y muere sin lágrimas.

Hace una generación, perdimos la oportunidad. Luego tuvimos once años de fujimorismo para constatar que incluso una democracia imperfecta era preferible a una dictadura. Pero ya era tarde: esa democracia no se había dejado defender. Era peor que un amor no correspondido: era como una relación abusiva y cruel.

Eso era el artículo original. Ahora, solo me queda este: una acumulación insensata de palabras escritas con rabia.

.

La imagen recoge los nombres de los muertos en Celendin.


Escrito por

Eduardo Gonzalez

Descendiente del gitano Melquíades. Vendo imanes. Opino por mi y a veces por mi gato.


Publicado en

La torre de marfil

Blog de Eduardo González Cueva